Victoria

Ella no me quería a la niña. Cuando la parió, me la arrojó a los brazos…

-ahí tenis a tu güacha-

Ella sabía que a mí eso me dolía, po. Si yo también era güacho. Y ahí estaba la guricita, tan morenita y chiquita, como una ratoncita. Usted no sabe la ternura que me dio. Yo no había tenido nunca na’ mio po. Y no era na güacha, que si no tenía madre, iba a tener un padre que le valiera por dos.

-mañana te vai ‘onde el cura y bautisai a la güacha. Le vai a poner Soledad.

Y es qué era mui refeaso el nombre ese, cómo la iba a condenar así a mi primor. Mi agüela contaba que los nombres hacen el destino. Por eso a mi me puso Venancio. Porque decía que así yo iba a ser un hombre de bien. Así que cuando llegue ‘onde el cura ya lo tenía decidi’ó. Mi niña se iba a llamar.
¡Victoria!

Y luego me fui con la niña pal norte. Onde mi agüela. No supimos más de la maire…

Y quien lo diría, ahora toy aquí. En la universida mientras le dan su titulo de meica…a ¡mi! Victoria.

Cecilia Salazar Díaz
Junio del 2007